Dejé mi corazón en San Francisco
Mi papá amaba la música. Siempre que lo recuerdo lo ubico en su piano, tocando sus canciones favoritas o poniendo su música, primero en aquel tocadiscos portátil que llevaba de un lado a otro, después en la consola familiar, luego en un equipo reproductor de CD y en su última etapa de vida en la tableta donde ponía youtube. Cuando era niña teníamos algunos discos, pero no tantos como él hubiera querido. Algunas veces, cuando le quedaban algunos pesitos de la quincena para él, íbamos a una tienda de discos del centro y recorría los pasillos buscando sus canciones favoritas con cantantes y músicos que yo desconocía. Llegábamos a casa y los ponía con emoción. Así conocí a Tony Bennett, a Frank Sinatra, a Nat King Cole, a Julie Andrews (de hecho fuimos a ver The Sound of the Music porque salía ella) y a "su novia" Ella Fitzgerald (como siempre la llamaba), entre otros. Cuando comencé a trabajar, me dediqué a complementar su "material discográfico". Solía encargarle en M