Dejé mi corazón en San Francisco
Mi papá amaba la música. Siempre que lo recuerdo lo ubico en su piano, tocando sus canciones favoritas o poniendo su música, primero en aquel tocadiscos portátil que llevaba de un lado a otro, después en la consola familiar, luego en un equipo reproductor de CD y en su última etapa de vida en la tableta donde ponía youtube.
Cuando era niña teníamos algunos discos, pero no tantos como él hubiera querido. Algunas veces, cuando le quedaban algunos pesitos de la quincena para él, íbamos a una tienda de discos del centro y recorría los pasillos buscando sus canciones favoritas con cantantes y músicos que yo desconocía.
Llegábamos a casa y los ponía con emoción. Así conocí a Tony Bennett, a Frank Sinatra, a Nat King Cole, a Julie Andrews (de hecho fuimos a ver The Sound of the Music porque salía ella) y a "su novia" Ella Fitzgerald (como siempre la llamaba), entre otros.
Cuando comencé a trabajar, me dediqué a complementar su "material discográfico". Solía encargarle en Mixup o Tower Records ediciones especiales de sus cantantes favoritos. Producciones raras que muchas veces no llegaban a México. Era maravilloso verlo abrir los discos y sentarse a escucharlos. "Hija, no gastes" me decía muchas veces "te debió salir en una fortuna". La verdad es que jamás podría haberle puesto precio a la sonrisa que le provocaba recibir esa música en sus manos.
Al llegar mi hermano a la adolescencia quiso conocer el famoso Tianguis del Chopo y yo me ofrecí a llevarlo. Mi papá me confió a su pequeño y ahí fuimos a ver que nos encontrábamos. Mi hermano heredó ese gusto por la música y se enfocó a revisar puestos donde encontraba artistas y producciones que no había en otro lugar.
A nuestro regreso, mi papá me cuestionó si no estaba muy denso el ambiente en el tianguis y si consideraba que mi hermano (su sol) corría algún peligro. Yo recuerdo haberle dicho que pese a las apariencias, estaba tranquilo y que su hijo solo se interesaba en la música.
Como muchas veces, me tachó de alcahueta y decidió acompañarlo la siguiente ocasión. Regresando me dijo muy serio "eres muy barco, está muy grueso, hay droga y muchas cosas de peligro, yo lo voy a acompañar cada vez que vaya". No discutí con él y pensé que eso duraría solo un par de ocasiones más.
Pasó el tiempo y él era el más interesado en ir al Tianguis, se preparaba desde temprano y estaba listo para irse con mi hermano. Y así pasaron varias semanas.
Eso me dio tanta curiosidad que un día le pregunté a mi hermano "bueno ¿y mi papá se la pasa pegado a ti todo el tiempo en el tianguis?" a lo que me respondió "no, se queda en unos puestos de blues y jazz mientras yo voy a otros puestos". Así que más que "cuidarlo", le gustaba ir a ver que encontraba, así se hizo de varios compilados y grabaciones que alguna vez me compartió con orgullo.
Ya jubilado, de vez en vez, se iba al centro y llegaba siempre con algún "descubrimiento" desde una Cristina Aguilera, Diana Krall hasta una Lady Gaga. Después se topó con Youtube y fue tremendamente feliz al ver la cantidad de material que podía escuchar y mejor aún "ver" ¡Sin limitaciones!
En su última etapa, cuando el dolor de ese horrendo cáncer que lo invadió menguaba, me decía "ponme youtube" y elegía muchas veces a Tony Bennett con sus duetos.
Por eso hoy que se ha marchado "Tony", me invade de nostalgia el corazón. Allá va papi, para que lo escuches de cerquitita cantar una de tus favoritas "I Left My Heart in San Francisco".
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