Cuidado, es la goma de abuelito
Mi mamá aún quiere que venga a abrazarla por las mañanas, tal como solía hacerlo durante los casi 51 años que durmieron juntos. A veces se enoja "¡Cáncer de pulmón! ¡Si nunca fumó! ¡Si él no tuvo ningún vicio!" Así suele rebelarse, para luego sacar su foto y abrazarla mientras duerme "otro pistito" como solían ellos decirle a esa "dormidita extra" antes de levantarse.
Mi hermano compartía con mi papá el gusto por la Historia. No me extrañó que tomara la decisión de estudiar una segunda licenciatura en esa disciplina después de que mi papá se fue. Cuando era niño y adolescente, muchas noches él y mi papá leían juntos pasajes históricos que solían complementar con visitas al centro de la ciudad y a museos.
Yo en cambio, lo siento conmigo muchas veces, como cuando pongo una serie de "muertos" (como él les decía), esas donde se va develando el autor de algún asesinato. Ahí está junto a mí y la comento con él (como solíamos hacerlo muchas veces) "¡Mira tú, ese no es el asesino!" "¡Pero qué vuelta de tuerca!"
Por otro lado, hay cosas en las que coincidimos los tres, como en respetar y conservar sus partituras guardadas en su banco del piano, sus lentes y su goma. Sí, su goma de borrar, porque siempre hacía modificaciones a sus partituras y lo hacía con lápiz. A veces era para cambiar de tono alguna canción, otras veces era para adicionarle algún arreglo, o incluso, para colocarles algún texto. La goma se quedó junto a las teclas del piano, donde él la dejó, la última vez que la usó.
Hace ya un par de meses que mi sobrina, la hija de mi hermano, descubrió que lo que hay en la sala de la casa de su abuela es un piano. Y junto con el piano, descubrió la goma, estiró su bracito para tocarla y al unísono dijimos todos "Cuidado, es la goma de abuelito".
Y fue en ese instante preciso que caí en cuenta de la importancia de esas pequeñas cosas cotidianas que se quedan con la esencia de quien tantas veces la usó. Está tan llena de él, que es invaluable para nosotros. Tal vez algún día esa goma se desbarate, pero hoy no puedo pensar más que en conservarla y cuidarla como lo que es, nuestro gran tesoro, por lo que seguramente volveremos a decir una y otra vez "¡Cuidado, es la goma de abuelito!".

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