Ponte los rojos

Cuando era niña no existían tantos diseños de ropa interior para hombre como hoy día, o tal vez mi papá (que era mi única referencia) era muy sobrio al respecto. Recuerdo solo las trusas blancas (sí, esas tipo "Trueno" que años después anunciaba Adame) y los boxers anti pasión con motivos muy discretos. Así que cuando un día curioseaba en el cajón de mi papá y encontré unos calzones rojos ¡¡¡me impacté!!! (Con los años he concluido que era un traje de baño, pero en ese tiempo no lo entendí y mi papá tampoco me sacó de mi error).  
A partir de ese día, mi súplica cada vez que se iba a bañar era "¡Ponte los rojos!" porque aunque mi papá era recatado, nuestra cercanía era tanta que yo sabía lo que estaba usando siempre de los pies a la cabeza, al siempre estar pegada a él y ver la ropa que preparaba para meterse a bañar.

Obviamente mi papá se negaba "no hija, soy sobrio" y se llevaba su ropa interior aburrida al baño. Como pasaban los días y mi súplica no era escuchada, empecé a tomar cartas en el asunto. Esperaba que sonara la regadera para meterme al baño sigilosamente (según yo) y cambiarle la ropa interior que había puesto sobre el mueble del baño por los fabulosos "calzones rojos". Obvio, mi papá salía de bañarse y me gritaba "¡Gaby! ¡Devuélveme mi ropa!" y yo ponía oídos sordos y me escondía para que no me encontrara.

Salía entonces envuelto en una toalla y con cara de molestia y se vestía afuera. Yo solo asomaba entonces la cabeza y le volvía a suplicar "¡Ponte los rojos!". Me amenazaba y me reprendía pero yo no oía, solo repetía "¡Pónte los rojos!".

Recuerdo que un día me desesperé tanto que le escondí toda su ropa interior y solo dejé en su cajón las fabulosas "tarzaneras" rojas. Obvio mi papá me gritó, me dijo que dejara por la paz esa obsesión y que le devolviera en ese momento su ropa porque se tenía que ir a trabajar.

Imagino que el regaño fue tan fuerte que tuve que desistir. Años después, muchas veces le regalaba calzones rojos. "Tu tienes la culpa", le decía, "tan fácil que hubiera sido que te los hubieras puesto en mi niñez", "se me hubiera quitado la obsesión". 

Un día le dije que cuando muriera, le iba a poner "tarzaneras" rojas, "total papi, ahí ya no me podrás decir nada".

Ahora que estuvimos juntos durante su enfermedad, le pregunté un día "Papá ¿qué pensabas cuando me metía al baño a cambiarte la ropa interior?", me confesó que le divertía mucho y que obviamente eso de que era yo "sigilosa" solo estaba en mi cabeza, porque hacía un "ruideral" terrible. Me dijo que se reía a escondidas de mis locuras, pero que no quería que yo me diera cuenta, porque más lo iba a hacer.

Cuando esperábamos al personal de la funeraria, me quedé con él y le dije "no papito, no te la voy a cumplir, no te pondré los rojos, porque entonces se terminaría nuestro juego y quiero seguir persiguiéndote por siempre para decirte ¡Ponte los rojos!".



Noviembre 2018.







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