Mi papá, mi catequista

Durante la misa de cuerpo presente, el cura dijo que mi papá había guiado a sus hijos en el camino de la religión. Tenía razón, pero seguramente no como él se lo imaginaba.

Recuerdo que a los 7 años me enviaron a clases de "catequismo". En mi primera clase me dijeron que el diablo suele "tentarnos" y que sentimos un pinchazo en el cuerpo cuando esto sucede. Cuando regresé a casa le conté a mi mamá, quien abrió los ojos y dijo "¡Qué tontera!¡No te vuelvo a enviar!".

Esa noche habló con mi papá sobre el incidente. Él que se crió en un ambiente hiper religioso, le dijo que no se apurara, que se haría cargo de mi instrucción "mística".

Y así fue como el siguiente sábado iniciamos las lecciones. Me acuerdo que buscó en los libreros el  "Atlas de la Biblia". Era un libro grande que traía unos mapas bien bonitos sobre los lugares en donde se llevaron a cabo eventos importantes descritos en la Biblia.

Y ahí comenzamos. Lo primero que venía era un mapa de Judea. Y ahí comenzó a contarme del lío que se inició desde los antiguos tiempos entre "árabes" y "judíos". Me platicó de Abraham y su mujer estéril, del hijo (Ismael) que tuvo con su sierva y como los pueblos árabes son descendientes de esa línea, mientras que después su mujer Sara dio a luz a Isaac, que es de donde descienden los judíos.

Me platicó de todos los agravios y reclamos que ambos pueblos se han hecho a través de los siglos, desde que los judíos fueron esclavos en Egipto, de los tiempos de la ocupación romana, de la terrible situación durante el Holocausto y concluyó con la ocupación de Palestina.

Todo esto me lo iba contando con mis muñecos. Sí, él representaba con ellos cada parte de la narración con mis adorados muñecos rellenos de arroz "Boni" y "Polli". Visto hoy día es un poco extraño, porque eran hechos sumamente violentos, pero que planteados así, me hicieron comprender lo terrible y triste de los acontecimientos.

Recuerdo a mi mamá entrando a cada rato en la habitación preguntando ingenuamente "¿Ya se sabe el Padre Nuestro?" mientras mi papá solo respondía "No hemos llegado ahí".

Las lecciones no fueron tan seguido, pero siempre fueron más de historia, de política y de literatura, ya que me hizo comprender la belleza de la Biblia como un compendio de historias antiguas. Inclusive, no se detuvo en ese libro sagrado, sino que también me habló del Corán y del Torá.

Mi mamá se desesperaba porque "ni el Ave María se sabe esta niña", pero sé que mi papá me explicó algo mucho más importante: Hay que respetar a todos, árabes, judíos, cristianos, ateos, porque al final, más que ir a misa, más que rezar mil oraciones, lo realmente importante son las acciones que realizamos los seres humanos en nuestro paso por este mundo.

Y sí, al final, sí me aprendí el Padre Nuestro y el Ave María, pero esa es otra historia.







Comentarios

  1. Me encanto.....sabias lecciones que solo la vida misma da y la muerte deja como tesoros. ya que cada recuerdo son como piedras preciosas que cuando las contamos se van puliendo y adquieren mayor brillo,nitidez y valor....

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