¡Qué necesidad de salir! Si aquí estamos juntos y contentos
Mi papá no era fiestero. A él le gustaba la tranquilidad de su casa, su piano, sus libros y su sillón. Y esas preferencias se extendían en cumpleaños y por supuesto en Navidad y Año Nuevo. ¡Qué necesidad de salir! Si aquí estamos juntos y contentos, solía decir. Cuando niña solíamos tener una comida el día 24 con la familia de mi mamá que culminaba con mi papá al piano y yo cantando. Pasábamos desde los boleros, a uno que otro rock and roll y culminábamos con algunas navideñas como "Noche de Paz". A más tardar a las 8 de la noche ya se habían ido todos los invitados. Para las 9 de la noche ya estábamos solos mis papás y yo, la casa estaba escombrada, los trastes limpios y nosotros en pijama, listos para ver un rato la televisión juntos con una taza de ponche caliente. Eso mismo sucedía en Año Nuevo. Una vez fuimos a una gran fiesta de Noche Buena a casa de su hermano Lalo, tenía yo 4 años. Mi papá no tomaba y sin gusto para las grandes celebraciones, no la pasó bien. Mi mamá...